La improvisación teatral es considerada una técnica escénica de larga data, encontrando sus raíces en la Comedia dell’ arte, para luego ser sistematizada como técnica a partir de la experimentación de maestros como Viola Spolin, Keith Johnstone, Robert Gravel e Yvon Leduc, entre otros.
En el marco de esta técnica, el improvisador desempeña simultáneamente un triple rol: actor, director y dramaturgo, basándose en tres reglas esenciales como son la adaptación, la escucha y la aceptación (el “Sí”); esta última es el pilar fundamental de la técnica.
En la improvisación, las escenas teatrales se crean de manera espontánea, sin guión ni preparación previa, logrando como resultado una creación colectiva única e irrepetible, construida a partir de las ideas, y acciones que proponen los actores- improvisadores.
A través del entrenamiento, se desarrollan habilidades grupales como la toma de decisiones en grupo, logrando de este modo -y a través de la experiencia- alcanzar mayor calidad en las historias improvisadas. En el plano individual, (la improvisación) es una valiosa herramienta para el crecimiento personal ya que mejora las capacidades de percepción, expresión y comunicación, fomentando el conocimiento personal (y del otro) y mejorando la autoestima.
En suma, la improvisación enriquece tanto la formación del actor, como también a personas de otros ámbitos sin experiencia teatral gracias a que desarrolla la escucha y la concentración, incentiva la imaginación y la creatividad. Nos dispone al trabajo en equipo e individualmente, aprendiendo a confiar en uno y en el otro.
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En el marco de esta técnica, el improvisador desempeña simultáneamente un triple rol: actor, director y dramaturgo, basándose en tres reglas esenciales como son la adaptación, la escucha y la aceptación (el “Sí”); esta última es el pilar fundamental de la técnica.
En la improvisación, las escenas teatrales se crean de manera espontánea, sin guión ni preparación previa, logrando como resultado una creación colectiva única e irrepetible, construida a partir de las ideas, y acciones que proponen los actores- improvisadores.
A través del entrenamiento, se desarrollan habilidades grupales como la toma de decisiones en grupo, logrando de este modo -y a través de la experiencia- alcanzar mayor calidad en las historias improvisadas. En el plano individual, (la improvisación) es una valiosa herramienta para el crecimiento personal ya que mejora las capacidades de percepción, expresión y comunicación, fomentando el conocimiento personal (y del otro) y mejorando la autoestima.
En suma, la improvisación enriquece tanto la formación del actor, como también a personas de otros ámbitos sin experiencia teatral gracias a que desarrolla la escucha y la concentración, incentiva la imaginación y la creatividad. Nos dispone al trabajo en equipo e individualmente, aprendiendo a confiar en uno y en el otro.
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